Helen

Era un lunes, un fatídico y horrible lunes cuando Helen se despertó sudando. ¿Tendría calor? ¿Habría tenido un sueño de esos que es mejor ocultar? ¿Una pesadilla? Pues no. Nada de eso
De despertó con un terrible presentimiento. Algo le decía que ese día moriría alguien muy importante para ella, pero no sabía quien.

Después de desayunar y vomitar el desayuno, Helen empezó a pensar en todas y cada una de las personas que conocía. Por desgracia, en esa mañana no pensó en todos sus amigos de las redes sociales. Así que, fue directa a llamar por teléfono a cada uno de sus amigos y familiares para ver qué hacían y dónde estaban y les reunió a todos en la plaza de su pueblo.

De repente, Helen recordó que tenía mucha más gente que le importaba fuera de su pueblo, de su ciudad y de su país, ¿cómo podría despedirse de esa persona teniendo en cuenta que en cada país es una hora distinta? Helen estaba atemorizada. Recordó a Richard, un amigo suyo de Indonesia. Hace tiempo estuvo muy enamorada de él. ¿Y si era él la persona que moriría ese día?

Antes de ir a la plaza de su pueblo, Helen decidió escribir varios correos electrónicos para ver si conseguía contactar con Richard o alguno de sus amigos. Richard era la persona que más le importaba de todo el mundo, pero Helen no consiguió contactar con él.

Por la tarde estaban todas las personas importantes para Helen en la plaza sin sabes qué hacían allí. Nadie sabía nada. Helen llegó llorando y todos la preguntaron qué la pasaba. Ella respondió que no sabía nada de Richard y que creía que era él el que iba a morir.

Todos animaron a Helen, pero ella les dio las gracias por haber acudido allí y se marchó a su casa.
Se tiró en la cama llorando y sonó el timbre. Abrió la puerta y era Richard. Helen ahora empezó a llorar de la alegría. Se dio cuenta de que había muerto alguien muy importante para ella: la soledad, que siempre la hacía pensar tanto cosas positivas como cosas negativas.