CoCo
domingo, 11 de agosto de 2013
Infierno
Fue un infierno. No podía respirar, no podía hacer nada. Casi termina conmigo, pero no lo hizo. No tuve miedo, fui valiente. Tenía las cosas claras, sabía lo que tenía que hacer y acabé con el Kantigón.
Me dieron una espada, la cogí y con todas mis fuerzas se la clavé en su punto débil: su testículo derecho. Poco a poco empezó a salir de él un líquido verde asqueroso, un líquido que me hizo vomitar, un liquido apestoso, cuyo olor inundó todo el reino durante todo un mes. Lo mejor de todo fue que cuando sus gotas cayeron al suelo, nació una flor preciosa a la que llamamos Kantoloris Putrefactis. Era una flor verde, pero preciosa. No tenía mal olor, al contrario. Decidimos ponerle ese nombre para que nunca se pudiera olvidar cual fue su origen. Ahora todos piensan que soy su heroina, aunque yo no pienso eso. Sigo siendo un ser corriente con valor, nada más.
Ahora el reino puede descansar en paz.
viernes, 18 de marzo de 2011
Así que el padre Cristian me llevó a un convento y allí me estuvieron educando. Aprendí a coser, cantar, cocinar y a leer. También me mostraron el amor hacia Dios pero no lo veo algo incomprensible e ilógico puesto que por mas que me lo intentaban mostrar, yo nunca lo encontré. Al final, acababa afirmando con la cabeza a todo lo que me decían relacionado con ese tema.
A los diez años empecé a tener problemas con las monjas. Decían que era una chica extraña y me empezaron a llevar a psicólogos, psiquiatras...La cosa llegó tan lejos que gasta me llevaron a exorcistas y todo por mi manera de ser y de pensar. No consiguieron sacar nada en claro en dos años y me acabaron trayendo aquí, donde estoy ahora: una especie de hospital psiquiátrico en el que no puedes salir de tu habitación a no ser que te quieras comunicar con las chicas de tu edad, las cuales están verdaderamente locas y lo demuestras tirándose al suelo, gritando y diciendo cosas sin sentido. Por eso preferí encerrarme en el cuarto y pensar en todo.
Bueno, se va haciendo tarde y creo que ha llegado el momento: voy a enfrentarme con el Kantigón.
jueves, 17 de marzo de 2011
Cuando mi madre murió fue mi padre quien se encargó de mí, aunque eso podría ponerse entre comillas. Era un alcohólico obsesionado con el fútbol y las mujeres. Recuerdo que en mi infancia cada día había una mujer distinta en casa, por lo que sólo recuerdo el nombre de dos de ellas: Vanessa y Rita.
Yo nunca le gusté a mi padre así que a los cinco años decidió abandonarme llevándome a la iglesia y dejándome allí sola habiéndome dicho antes que se iba al baño y que le esperara fuera. Estuve esperando casi cinco horas hasta que fui al Padre Cristian y se lo conté. Él, muy amablemente fue a buscar a mi padre pero para nuestra sorpresa, había desaparecido y no estaba en la ciudad. Ese día fue el último que vi a mi padre.
domingo, 13 de marzo de 2011
Cuando nací era pequeña y muy gordita, todos me decían que era adorable. Por suerte o por desgracia soy de las pocas personas que recuerdan el momento de su nacimiento. Fue la única vez que vi a mi madre, cuando me cogió en sus brazos, me dio un beso en la frente y me dijo que desde que supo que iba a tenerme me quiso.
Tras esto se echó a llorar, se la veía muy triste. Me dio de mamar y me volvió a coger en brazos. De repente, caí entre sus piernas y vi cómo murió, cómo su rostro se apagó y dejó de brillar mientras que sus pequeños ojos iban derramando alguna que otra lágrima.
En ese momento, yo no entendía nada pero ahora entiendo perfectamente por qué esas imágenes se me quedaron grabadas en la mente y por qué siempre que las recordaba me echaba a llorar, justo como en estos momentos. Aunque no sepa qué viene tras la muerte, siempre he tenido la esperanza de que cuando muuriera podría estar con ella así que eso es lo que me mantiene feliz hoy al pensar que puedo morir.
viernes, 11 de marzo de 2011
Ervin lo ha hecho, ha luchado con un Kantigón y ha muerto. Todo iba bien hasta que el Kantigón se quedó mirándole fijamente, lo que hizo que se desconcentrara y que el Kantigón se lo comiera.
Ervin era uno de los mejores amigos de mi sueño. Era un elfo. Ahora la que quiere morir soy yo, me siento fatal. Ha muerto por mi culpa y encima ahora ¡el que se quiere enfrentar al Kantigón es mi sueño! ¡No puedo dejar que esto ocurra, así que asumiré esto y me enfrentaré yo misma con ese Kantigón! Deseadme suerte porque la voy a necesitar. Pienso ir justo en estos momentos. Si no sobrevivo, estas serán mis últimas palabras así que he de pensar y escribir todos los momentos de mi vida, tanto los felices como los infelices.
jueves, 10 de marzo de 2011
Le volví a ver. Es absolutamente y perfectamente perfecto y no hay otro ser como él. Con él siento que lo tengo todo. Además me está ayudando con el asunto de la caja y les ha dicho a todos sus amigos elfos que me ayuden, ya que ellos si comen hojas Kantra consiguen descubrir una verdad, la que ellos quieran. Lo malo es que para conseguir una de estas hojas deben luchar con los llamados Kantigones, unos gigantes amorosos con boca de perro que se tragan todo lo que puedan y quieran. Con sólo desearlo, consiguen elevar aquello que quieren comer y así, que llegue a sus bocas. La única forma de vencerles es siento psicológicamente más fuertes que ellos mismos y no pensar que te pueden comer; ni siquiera puedes pensar en ellos ni tener miedo, pues si lo haces estás perdido y ellos conseguirán dominar tu mente adentrándose en ella y haciendo lo que quieran con ella sin que puedas remediarlo, por ello pueden conseguir que los cuerpos se eleven y que así lleguen a sus bocas, ya que los Kantigones provocan un deseo inmenso en las mentes que son ''sumisas'' y sólo se puede derrotar a estos deseos pensando en otra cosa que no sean los Kantigones.
Así que no quiero que los elfos luchen contra tales seres, es muy peligroso y, evidentemente, tampoco tengo gran deseo de poner el peligro la vida del dueño de mis sueños.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Todo se ha derrumbado excepto ese sueño. Hoy me volvieron a llevar a confesar y cuando volví ya no estaba la caja, ¡se la han llevado!
Mientras iba a confesar, entraron en mi cuarto ''las señoras de la limpieza'' y estuvieron registrando todos los cajones. Lo sé porque el conjunto de calcetines de rayas moradas y negras ha aparecido en el tercer cajón cuando yo siempre los dejo en el primero por el hecho de que el morado es mi color favorito.
Pregunté dónde se la habían llevado pero me dijeron que no habían cogido nada de mi habitación. Cada vez mi vida me recuerda más a la corrupción que existe tras los políticos y sus estúpidos debates.
En fin...no importa. Siguen sin poder robarme los sueños y la imaginación, que es lo que verdaderamente importa. Ahora lo que me aterra es lo que me puedan hacer al haberme robado la caja y su gran tesoro.
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