jueves, 17 de marzo de 2011


Cuando mi madre murió fue mi padre quien se encargó de mí, aunque eso podría ponerse entre comillas. Era un alcohólico obsesionado con el fútbol y las mujeres. Recuerdo que en mi infancia cada día había una mujer distinta en casa, por lo que sólo recuerdo el nombre de dos de ellas: Vanessa y Rita.

Yo nunca le gusté a mi padre así que a los cinco años decidió abandonarme llevándome a la iglesia y dejándome allí sola habiéndome dicho antes que se iba al baño y que le esperara fuera. Estuve esperando casi cinco horas hasta que fui al Padre Cristian y se lo conté. Él, muy amablemente fue a buscar a mi padre pero para nuestra sorpresa, había desaparecido y no estaba en la ciudad. Ese día fue el último que vi a mi padre.

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