miércoles, 16 de febrero de 2011


''No es una verdadera felicidad y lo sabes''. Esa ha sido la respuesta a la otra pregunta que me hice a mí misma. Hoy, esos susurros, eran mucho más graves que normalmente y además los oía mucho más fuertes.

No sé si esto cambiará algún día pero no me importa. La vida sería muy aburrida si no ocurrieran este tipo de cosas. Además, prefiero distraerme con esto antes que estar pegada a la pantalla del televisor, que es una especie de ''lavadora de cerebros'' que lo único que hace es ensuciar a ''la colada'' que se sumerge en ella. Por otra parte, no sirve de nada el estar escuchando a unos hipócritas que prometen cientos de cosas al pueblo pero que luego no cumplen puesto que, en realidad, el pueblo no les importa un pimiento. Por eso, veo una estupidez encender el televisor.

Nadie me convencerá jamás de que es un buen invento. Incluso si me hablan de las películas, pues ellas pueden generar adicción en algunas ocasiones o tentaciones en otras. Es preferible el teatro, en vivo y en directo y sin falsos efectos especiales.

Bueno, dejaré de reflexionar sobre esta ''nueva época'' a la que tanto detesto. Debí de haber nacido décadas antes para no vivir en esta amargura de planeta que está infectada de parásitos que a su vez se cuelan en las demás personas para hacerles creer cosas que no son.

Y ahora sí que lo dejo, quiero dedicarme a la búsqueda de la caja negra, a la búsqueda de esas personas que me susurran o si no son personas, esos ''seres'' o ''entes'', no me preocupa lo que sean, sólo me preocupa el hecho de averiguar de una vez todo este caso por el que me llaman loca.

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